Cada vez que el barco levanta el ancla
movido por los surcos de los mares
de los males del despertador,
cada vez que comienza el día
y las obligaciones aprietan
no la cintura sino el cuello
que casi revienta,
imagino
un mundo paralelo para degustarlo
y poder creérmelo.
El café con leche, ese amigo especial
que releeis con vuestra lengua
ansiosa de desplegarse por su
paladar,
de espuma piadosa y floral,
corre por la autopista de mi
sistema cerebral
y para creerme que soy
capaz de avanzar
imagino
cómo los versos de los grillos en la noche
han embrujado la niebla espesa
para fortalecer el camino y que uno
no se pierda,
imagino
cómo el amor confeccionado con
tela de telón de ternura
va abriéndose camino entre
decaimientos de oscuros hastíos
y lejanías que nos acercan
al vacío.
Cada vez que me levanto
busco un motivo para no tumbarme
lo bueno y lo positivo
es que cada día
lo encuentro.
Paco
domingo, 13 de septiembre de 2009
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